Rompes
el espejo y destruyes tus nudillos.
Poesía
profana y sucia,
anestesiando
mis pupilas
hasta
hacerlas desaparecer en irritación.
Yo
convertí este ritual en un paseo peatonal,
donde
veo a Jesucristo
danzar
con el cuerpo separado,
moviéndose
como una gelatina negra
que
invade la consciencia de los transeúntes.
Mística
tragedia que reúne a las civilizaciones en una sola canción.
Suele
ser pegajosa
pero
también explosiva,
ahí
es donde desaparecemos todos,
y
el horizonte puede verse más grande.
Toda
vida es sufrimiento.
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