viernes, 31 de agosto de 2012

Plenos

Para Victoria Gómez

Soñé algo donde nos vi a los dos
vestidos con ropa holgada 
y con cintas de colores 
que nos adornaban la cabeza.
Estábamos sentados en el pasto,
acompañados de nuestra carpa multicolor,
fumando marihuana de un bonito bong
que nosotros mismos habíamos construido
con una botella y otros accesorios
que no tengo porqué decir.
Nos vi mirando a la oscura noche,
con la cabeza pegada al pasto
mirando las estrellas,
que alumbraban
y nos hacían sentir menos solos.
Sin despegarnos de eso.
Estando sucios 
y amándonos las 24 horas del día.
Pude observar claramente además
que tu estabas feliz acompañándome en esta travesía.
No reclamabas nada
y sonrías la mayoría del tiempo, 
ya que la otra o gemías
o me mirabas con un placer viviente
que entrelazaba todas tus facciones.
Nos vi haciendo el amor bajo los arboles,
haciendo una gran fogata 
y persiguiéndonos con locura 
por todos los rincones del bosque.
Nos vi llegando a una ciudad pequeña,
donde hacíamos perro muerto en un local de comida rápida
y los dueños nos trataban de alcanzar
maldiciéndonos y apuntándonos totalmente furiosos.
Nos pude ver también 
recostándonos al costado de las vías del tren
con nuestros sacos de dormir
que recién habíamos robado,
abrazándonos mutuamente
y combatiendo el frío 
con el calor propio que guardaba nuestro amor.
Nos vi trabajando por algunos pesos
recogiendo frutos de una parcela 
llena de vegetación y animales pequeños.
Nos vi gastando aquellos pesos
en más marihuana,
ácido
y un poco de comida para sobrevivir los días.

Estábamos felices.
Estábamos paveando.

Nos vi haciendo autostop hasta Chillán 
llegando de esta manera 
a una gran reserva natural.
Sacando fotos con nuestras polaroid,
respirando limpio
y drogándonos hasta hacernos ver
que la tierra respiraba en colores fosforescentes.
Nos mirábamos y nos reíamos,
nos levantábamos
y nos poníamos a bailar desnudos mientras la lluvia caía veloz sobre nuestros cuerpos.
Celebrábamos nuestro propio ritual
dentro de nuestra propia carpa.
Hacíamos el amor
 y nos amábamos descontroladamente.
Nos amábamos bajo la luna inmensa que brillaba
y que te hacía achicar los ojos
hasta hacerlos desaparecer.

Oh Victoria hermosa, 
como te quiero
y como te deseo.
Como te extraño
y como te necesito.
No te imaginas cuanto.

Tu y yo nos escaparemos
y viviremos constantemente dentro de un poema.
Eso haremos Victoria,
viviremos dentro de nuestro propio poema,
aquel que confeccionaremos nosotros mismos
con nuestras faltas de ortografía
y nuestra mala forma de acentuar las palabras.
Viviremos en un poema
y nos sentiremos plenos.
Eso es, 
nos sentiremos plenos.







martes, 28 de agosto de 2012

Chamomilla

Las eternas sentadas 
en la nube rojiza,
con el jazz construyendo 
una bomba nuclear en mis oídos.
Las miradas pequeñas 
y las vocecitas fugaces.
Las enseñanzas por montón, 
y las tazas de té reconfortantes.
Budismo anárquico 
y calzoncillos sucios.
Meditación pausada
 y eyaculación precoz.

Extremos enfermos
con vagabundos apuntando al exitista.
Ermitaños, con fórmulas concursables,
ligados a mantener
el hilo quieto.
Hundidos en la ira del embustero.
Ahogados en la pena del residente. 
Convocando a un centenar
de hombres miserables,
con sus sueldos miserables,
y sus vidas miserables.
Insertos a satisfacer el bien común
y a alimentar de la boca 
al ruin y vil
fracaso.

Marcas y un legado,
satisfacción momentánea.
Felicidad interna,
regalo divino.


sábado, 25 de agosto de 2012

Cold Woman

Tengo a alguien especial
que me dice dude,
que me dice amor.

Tengo a alguien especial
que me dice come together,
y me da calor.

Tengo a alguien especial
que le digo ven y me dice vamos,
que me dice voy y me da la mano.

Tengo a alguien especial 
que en sus labios improviso el mejor de los besos,
que me grita te quiero y me rompe los sesos.

Tengo a alguien especial
que sus uñas me clava,
me mira a los ojos y me empuja a la cama.

Tengo a alguien especial
que amo porque odia las mismas cosas que yo,
que la ropa a la moda y el amor a algún dios.

Tengo a alguien especial
que es especial con tan solo existir,
con sus ojos tranquilos y su paso al partir.

Tengo a alguien especial
que me hace sentir especial,
con su sexo maldito y su amor animal.


Renuncio

Renunciar al éxito.
Renunciar a la vida por si sola.
Renunciar al jazz,
al amor,
a la escritura,
a la competencia.

Renunciar a los anuncios publicitarios.
Renunciar a los adornos que brillan y brillan.
Renunciar porque es fácil renunciar.
Renunciar, solamente quiero renunciar.
Renunciar por renunciar,
ocultarse,
marcha atrás,
a pasos agigantados de los demás anzuelos.

Renunciar a la suerte molesta,
renunciar a las comparaciones odiosas,
renunciar al sexo,
a las colillas,
a las mujeres,
al libro de mierda.
Renunciar al dharma,
renunciar al paso muerto,
renunciar si es más fácil
 hablar por hablar,
clavar y hablar,
y el bla bla blar.
Renunciar porque es basura,
renunciar porque es verdad.
Anunciar,
la renuncia...
Atisbar,
el poder.
Renunciar,
entablar
y el bla bla blar.

Renunciar más que renunciar,
atrapar ideas sueltas sentado en las rocas de un lago frío
mirando al cielo,
chupando estrellas,
bebiendo a sorbos el carboncillo y los caudales,
absorbiendo la cima de la montaña,
llegando a la roca más alta,
sentado,
con ganas de renunciar
pero con ambiciones por dentro.
Renuncio a la muerte.
Renuncio, más que renunciar.
Anunciar, la renuncia, vomitar.
Bajar el bosque enrabiado
y respirar.
Respirar la mierda asquienta de cada día
sentarse y fumar,
fumar, fumar.

Mirarme los zapatos y decir:
"¿Desde cuándo estoy tan limpio?"
caminar con la renuncia encima
que pesa como nada
y destruye como todo.

Renuncio.
Renuncio al hecho de renunciar.
Desde el día en que nací vengo renunciando,
renunciando a mi mismo, 
percatándome que la peor renuncia a la cual he renunciado
 ya está hecha
y ahora queda un camino largo por recorrer.
El camino de la aceptación,
el del bosque renovado
y el de los tiempos mejores.

RENUNCIO FIELMENTE
A NO RENUNCIAR 
NUNCA JAMÁS.

A sentir que la niebla fluye
por mi lado fluye,
que viene y que va
que fluye y que fluye...


jueves, 23 de agosto de 2012

Modestia

La palabra cerrada, modesta, latente
tomando conciencia, pegando las pestes
meciendo las sillas correspondientes
los dedos con semen, los ojos, la frente.

La puta me empuja, yo estoy confundido, 
la barba en su cara, mis bolas, quejidos
follar entre hombres nos tiene aturdidos
mi sexo es malo, es fome, aburrido

La calle me atrapa en su pena existente
mordisco el polvo, soy débil, presientes
estruendo sonoro, mis manos ¿la sientes?
se han destruido en asfalto paciente

La vida vomita un sangriento fluido
que inserta en mi alma tortuosos crujidos
de un triste harapiento de pasos perdidos
que alcanza el nirvana estando dormido.

martes, 21 de agosto de 2012

Pelo suelto


 Rompes el espejo y destruyes tus nudillos.
Poesía profana y sucia,
anestesiando mis pupilas
hasta hacerlas desaparecer en irritación.
Yo convertí este ritual en un paseo peatonal,
donde veo a Jesucristo
danzar con el cuerpo separado,
moviéndose como una gelatina negra
que invade la consciencia de los transeúntes.
Mística tragedia que reúne a las civilizaciones en una sola canción.
Suele ser pegajosa
pero también explosiva,
ahí es donde desaparecemos todos,
y el horizonte puede verse más grande.
Toda vida es sufrimiento.

lunes, 13 de agosto de 2012

Bodhisattva

Tomé el metro junto a Santiago, Max y un amigo de este último que jamás en mi vida había visto. Con Santiago nos pusimos a planificar el viaje que teníamos preparado para la otra semana y decidimos organizar cada una de las cosas que llevaríamos. Nuestro destino era el cerro “El Carbón”. Nunca había escuchado de él, pero Santiago insistía con ir. De hecho con Max desde un principio habíamos elegido otro cerro para poder escalar, pero cuando le contamos a Santiago sobre nuestra idea, nos hizo cambiar inmediatamente de opción ya que decía que el San Cristobal era para maricas. Desde el metro Los Héroes hasta Tobalaba (donde me bajé yo) hablamos sobre cada cosa que llevaríamos. Santiago me dijo que él tenía carpa, cocinilla, mochilas extra para cada uno y un montón de cosas más que ya no recuerdo. Me sentía bien por tomar la decisión de volver a reunirme con la naturaleza. Sé que eso me haría realmente feliz. Todo gracias a Jack Kerouac y su maravilloso libro “Los Vagabundos del Dharma”. Andaba rayado con aquel libro. Como Santiago también lo había leído, ambos hablábamos a cada instante que queríamos vivir las mismas situaciones que Ray Smith había vivido. De hecho Santiago me confesó que a final de la carrera universitaria se iría al sur a vivir como guardabosques y a escribir mucho más de lo que lo hacía ahora. Su meta era encontrar el nirvana. Refugiarse abrazado a la naturaleza y más aún, sobrevivir en ella meditando por el bien de todos los demás. Santiago era profundo, pero creo que yo también. El más que yo eso sí. Se notaba que venía practicando esto desde hace tiempo y en fin, era un buen sujeto. Mientras que yo solamente quería lograr ser como él o por lo menos parecerme un poco; desafortunadamente, siempre quedaba con un pie atrás como si fuera imposible adelantarlo. Santiago bebía a sorbos grandes la tranquilidad, pero para mí se me hacía difícil absorberla. Mientras viajaba por la línea cuatro del metro (la que me dejaría en Quilín) iba leyendo “Los Vagabundos del Dharma” pero además, iba reflexionando mucho sobre lo que de verdad quería en mi vida. La verdad es que me encuentro en un momento donde no deseo muchas cosas y casi nada me satisface como ser humano. No sé si esto sea malo, pero me ha mantenido inquieto desde hace ya unos tres meses, donde el punto es que hablando más que en serio, no quiero ser nadie en la vida. Este es el momento preciso en donde medité sobre unirme un poco más a la naturaleza. Es cierto que viviendo en Santiago es un poco complicada la misión, pero si quiero encontrar la pureza y la tranquilidad, tengo más que claro que en detalles pequeños lo puedo lograr. Y cuando digo detalles pequeños, también me refiero al hecho de viajar a lugares cercanos a Santiago – donde haya naturaleza – y así poder sacar el máximo de ellos y sentirme realizado conmigo mismo. Además, reflexioné mucho sobre la caridad y los buenos gestos. Desde hace mucho tiempo que siento que no he hecho nada bueno por nadie. Que me he refugiado en mí, que me he basado en mí y que hasta he hecho el amor conmigo mismo. Llegué al punto en donde pensé que quizás la elección de dar sólo por dar, me parecía la más correcta y la más sincera. Aunque no se crea, la verdad es que si quiero ser un buen hombre, ya basta de ser el ermitaño egoísta de siempre, quizá también pueda sentirme como un vagabundo del dharma. Después de haber llegado a Quilín y haber esperado más de media hora para que llegara la micro de acercamiento, me bajé en el Jumbo que está al lado del condominio donde vive mi tía (y en donde vivo como invitado) y decidí comprarme una polera que costaba novecientos noventa y nueve pesos (y de un color que no sé cual es por culpa de mi daltonismo leve) y además, una bolsa de pan de molde para llegar con él a la casa y repartirlo en familia. Ya sentía un cambio en mí, pero no sé realmente cual era. Cuando llegué a la caja del supermercado, saludé cordialmente a la cajera, le pagué lo que había comprado y le pasé doscientos pesos al empaquetador, le dije: Toma broder. Y me lo recibió, me deseó que me fuera bien y se escapó hablar con otra empaquetadora. Pensé que se dedicaría a hablar conmigo o algo así, pero me di cuenta que estaba esperando algo de lo que había hecho, así que me disgusté un poco, tomé la bolsa y me largué, ya cuando estaba afuera del supermercado nuevamente me sentía de buen humor y me fui silbando hacia la salida. Ahí me encontré con una mamá que estaba con su hijo pequeño haciendo jugar a un perro con una botella. Me acordé de mi vieja y me dio un poco de pena, me senté en una banca y me puse a mirar como saltaba el perro cada vez que le tiraban la botella al aire. Se le notaba entretenido y bueno, yo también lo estaba. En realidad todos los estaban, hasta el guardia del condominio, la tía del furgón con los niños chicos, la mamá y también su pequeño hijo. Todos sonreían y juro por lo que sea en el mundo, que ese fue uno de los momentos más satisfactorios que he sentido en mi vida. Algo por fin me había satisfecho y me sentía realmente feliz desde hace mucho tiempo. Volví a reflexionar tal como antes y me pregunté a mi mismo si es que acaso esto había sido regalo por haberme portado bien por más de una hora y haber hecho cosas buenas, y me dijo a mi mismo que sí, pero al instante me percaté de que me estaba apoderando una ambición por hacer cosas buenas solamente para recibir algo bueno también, moví la cabeza de un lado a otro y me di cuenta de que nada de eso valía la pena, ver al perro saltar feliz de la vida en este preciso momento, era mucho más importante que estar analizándome a mi mismo cada cinco minutos. Pegué un respiro, miré al cielo y me dieron muchas más ganas de subir el cerro junto a Santiago y Max, sabía que algo grande nos esperaba, algo legendario. Tomé la bolsa de mercadería y agarré rumbo hacia mi casa. Al llegar lo primero que hice fue poner el pan sobre la mesa central, luego me masturbé y por último me acerqué al refrigerador para percatarme de que si había queso. Para mi gran suerte si había y ahí es donde me di cuenta de que este había sido un buen día, es lo más seguro que tengo hasta el momento. Definitivamente este había sido un buen día.

jueves, 9 de agosto de 2012

Abandonarte a las tres y media


Abandonarte a las tres y media
fue como una bendición para los malos ratos.
Entre masturbación y ojeadas a libros beatniks.
Tazones de leche fresca
cae espesa y caliente por tus tetas.
“Sois la virgen más puta del silencio”,
cosmopolita prostituta.
Gritas odio y más odio.
Portadora del mal solitario.
Amo tus miradas y tus cuchicheos,
tus lágrimas y tus besos que no sabes dar.
Sujétame hasta que vomite
y sabrás por fin que hay dentro de mí.
Porque hasta el día de hoy sigo siendo el mismo mentiroso que era hace unos años.
Buscando con desesperación
la satisfacción más plena,
un pinchazo a la vena de orgasmos malogrados.
Tratando de sacar con furia la máscara que llevo encima.
Desechen en mí sus pecados más dulces.
Voy a explotar el día de mañana si es que no me contengo.
ATAQUEN, DISPAREN.
Ya soy hombre muerto.

Revolcándome conmigo mismo

Y ahí estaba mi mujer… Defendiendo lo que era de ella.

- ¿Crees que tienes razones muy buenas para ofrecerle a este imbécil? – le decía Beatriz a mi mujer.

- Obvio que las tengo. Este imbécil es mío y sólo mío, claro que tengo razones.

- Chicas las estoy oyendo – les dije un poco avergonzado.

- Lo que tengo acá son dos grandes razones, perra – gritaba mi mujer mientras se apuntaba las tetas

- Bueno, ahora no las tendrás porque te las arrancaré, ¡maraca!

 Y ahí fue cuando se armó la pelea. Se siente bien que peleen por uno. Sé que no soy la gran cosa ni nada, pero debo tener algo especial para que estos dos bombones se estén agarrando a cachetadas por mí. Si que fue raro, así que me cansé y me mandé a cambiar, que siguieran peleando nomás, yo tenía cosas más importantes que hacer. Claro, como seguir escribiendo mi novela, así que pensando de esta forma me fui rapidito para mi casa. Lo que nunca pensé que iba a pasar era que en el camino me iba a encontrar con un peludo perrito rogando por ayuda, o no sé si rogando, pero lo que sé es que estaba agonizando. Lo que más pude notar era que tenía la pierna agarrada de una rama con púas y los ojos perdidos. Yo en el instante también me sentí perdido. Me sentí vacío y en blanco. En shock. ¿Cómo ayudar al perrito? No tengo formas de hacerlo. Estoy solo y con grandes problemas para poder comunicarme con alguien más. Vaya que lío. Lo miré unos instantes y arranqué un camino veloz hacia la esquina. Al llegar me detuve y miré nuevamente hacia atrás, luego miré al cielo, fruncí el seño y volví al lugar. Traté de animarlo y hacerle señas pero creo que el perro tenía una pelea interna consigo mismo. Se notaba que no quería ayuda alguna, él se las arreglaría solo y por lo tanto no necesitaba que un inseguro como yo fuera en su auxilio. Nuevamente caminé veloz pero esta vez no me detuve en la esquina, sino que llegué hasta una calle vecina y tomé un colectivo. ¿$550 el pasaje?, estos imbéciles cada vez se ponen más careros. Le entregué el dinero al conductor y comencé a escuchar música, oír a John Coltrane me inspiraba en demasía, y lo que más necesitaba ahora era buena inspiración para escribir mi novela. En la esquina siguiente una muchachita se subió e iluminó el auto en general, digo esto porque al abrir la puerta del colectivo donde iba inmediatamente se encendía una luz. Si que era hermosa la chiquilla, debía haber tenido unos veinte años. Esto obviamente lo supuse. Siempre cuando veo a una muchacha linda por ahí mi edad promedio para ella es de veinte años. Una sola mirada y la dejé loco, estoy seguro. Eso sí lo raro fue que después la miré por la ventanilla y ella no dejaba de mirar para afuera, pero bueno, sólo son detalles. Al bajarme la miré nuevamente y esta vez si me miró, era demasiado guapa, muy guapa diría yo. Lo penca de todo esto es que se bajaba unas cuadras más de donde me bajé yo así que en ese instante me di cuenta de que en menos de media hora había perdido a un perro callejero y a la chica guapa del colectivo. Que idiota, siempre pierdo las grandes cosas que van apareciendo en mi vida. Apenas las logro obtener, se extinguen a la velocidad de la luz y ahí quedó yo mirándome el pupo, sintiendo que cada noche tengo sexo conmigo mismo, y lo peor de todo es que es sin amor. Abrí el portón de mi casa y mis dos perros galgos me salieron a recibir, ambos eran fortachones y atractivos. Ambos se me lanzaron encima y me lamieron por completo. Por fin estaba en casa y me sentía bien porque ya tenía en mi poder una historia que escribir. No tanto por lo del perro ni por lo de la muchacha, sino porque cuando llegué a mi casa me encontré con mi mujer totalmente desnuda y esperando con ansias mi aparición. Había salido victoriosa contra Beatriz y ahora se encontraba calentona, y obvio, yo también lo estaba. Me desnudé y me acurruqué junto a su culo. Ahora sí que tenía una verdadera historia que escribir. Las verdaderas historias se escriben desnudos en una cama desprolija junto a la mujer de tu vida apunto de hacer el amor. Las buenas historias de hecho hablan sobre una buena cogida o de cuanto tiempo te estuviste cabalgando a tu pareja. O sino, ¿de qué mierda estamos hechos por dentro me pregunto? Sexo, sexo, sexo… Que alguien venga y me enseñe a escribir sobre algo más, o mejor dicho, que alguien venga y me de una buena mamada, ya van más de dos meses que no cojo y las bolas me están llegando a la garganta.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Año nuevo

 No sé como hay aquellas personas que dicen que estar solo es aburrido. Recuerdo el año nuevo del 2011/2012 cuando todo calzó perfecto para que a las 12 de la noche anduviera vagabundeando por la ciudad, caminando por una calle interminable teniendo en mi poder indiferencia pre-fabricada y unas latas de cerveza. Ese día había estado donde mi vieja desde temprano. Mientras desayunábamos té con leche me contaba que el día anterior había estado haciendo todos los preparativos para que pasáramos el año nuevo en la casa de una familia que yo ni siquiera conocía pero que a ella obviamente le caían bien. Que lata. No quería ir. Siempre trato de escapar de eventos así ya que me cuesta un montón poder relacionarme bien con la gente. Las relaciones humanas apestan, y yo, apesto mucho más estando dentro de ellas. Golpeamos la puerta principal de la casa y nos reciben tres personas que jamás había visto en mi vida. Llevan gorros con luces y serpentinas en todo el cuerpo. Nos dicen:

 - Pasen, siéntanse como en su casa.

 Pero no era mi casa. Ni la de mi papá, ni la de mi mamá. Ya que teniendo a tus papás separados uno tiene de por sí dos casas desde toda la vida, o mejor dicho, desde que tus padres se separan. Al igual que los cumpleaños. Uno tiene dos cumpleaños. Dos tortas. Dos tortazos. Doble ración de regalos. Doble de todo. Pero esta vez no tenía doble de nada, esta no era mi casa y yo no me quería sentir en casa. No quería estar ahí. ¿Por qué no fuimos a comer comida china como el año pasado? Si la pasamos tan re bien los tres juntos, riendo y haciendo bromas mientras veíamos a los cocineros repartiendo la comida con sus trajes apretados. Que basura era hacer cosas por obligación. Esto era una obligación definitivamente. Entré a la casa y todos estaban riendo y pasándola de lo mejor. Todos nos miraban como bichos raros pero aun así mi mamá sonreía y se hacía la buena onda. Yo le dije a mi hermana que nos fuésemos a huevear por ahí, así que nos metimos por unos pasajes y llegamos a una plaza con columpios, nos sentamos y nos pusimos a conversar. Una de las mejores cosas que hice esa noche fue hablar con mi hermana pequeña. Ella tenía diez años pero charlaba como si tuviera quince. Hablaba de amoríos de sus compañeras, criticaba cosas, pelaba y cahuinaba como si odiara a todo el mundo. Mi hermana era una buena chica y se notaba que a futuro sería una buena mujer y madre, tenía las cosas claras y nadie le andaba con huevadas. Estuvimos como media hora conversando afuera hasta que nos dio frío y nos devolvimos a la casa en donde estábamos. Cuando llegamos mi hermana se fue a bailar con unas niñas que estaban en la casa y yo me fui a buscar a mi mamá para poder hablar con ella en privado, algo se me había venido a la mente. Ni en el patio ni en el living estaba. Que chucha. La busqué por todos lados y lo que menos se me pasó por la cabeza era que estuviera en la cocina. Así que ahí la encontré, con una cotona para no ensuciarse y un cuchillo para cortar la carne. Mi mamá era la empleada de la casa. La dueña del lugar la miraba y le conversaba sobre banalidades que mi mamá aceptaba como si fuesen latigazos en la espalda de un esclavo. Ahí sí que me dio rabia. ¿Habíamos sido invitados para preparar la fiesta o para disfrutarla? La tomé del brazo y la llevé al patio. Le dije:

- Yo me voy de esta huevá’… estamos puros hueveando acá, nadie nos mea.

- Pero Carlitos, comparte con los demás, no seas tan cerrado.

- Pero si no conozco a nadie y tampoco los quiero conocer. No tengo ganas de compartir con gente que no conozco.

- Tan tomado de las mechas que eres para tus cosas Carlitos, siempre estay haciendo un show.

- Me voy mamá… Más encima estoy cagao’ de hambre y ni sé a que hora vamos a comer, veo que son casi la 12 y todavía na’ que na… ¿A qué hora vamos a comer?

- A las 00:30 más o menos… Aquí comen después de los abrazos y de toda la bulla, dicen que comen más relajados.

 ¿Quién cresta come después de las 12?, todos carretean después de eso, todos se emborrachan y todos bailan a Tommy Rey y su inmortal Un año Más… ¿por qué ellos tenían que ser diferentes?

- Me voy mamá, pásenla bien.

 No me despedí de nadie y me fui caminando en solitario por el pasaje. Mi mamá me miraba con una lágrima en los ojos mientras me veía escapar con un six pack de Becker bajo el brazo. Yo me sentía extraño. Sabía que iba a pasar el año nuevo solo, apenas salí de la casa lo asumí y lo llevé a mi mente como si no fuese algo tan malo.

  En Balmaceda no había ni un alma, estaba más o menos a la altura del paradero diez y todo se sentía calmo y fresco. A lo lejos se escuchaban cuchicheos que no podía identificar en la perfección, pero a la hora de empezar a oír como la gente gritaba números de una sigla entendí que sólo quedaban algunos segundos para que fuera 2012. Que bueno que se va ir este año de mierda, me decía a mi mismo. El año 2011 había empezado siendo bueno pero había terminado con un Carlitos que tenía una relación en donde su pareja desconfiaba de él y lo aguantaba solamente porque lo amaba más que a nada en el mundo. La verdad es que nada me interesaba más que mi novia. Ni los estudios ni las relaciones que mantenía con mis amigos y mis familiares. Mi novia había consumido todo y yo me sentía feliz y seguro, ella era lo mejor que le había pasado a mi sedentaria vida. Mi celular sonó y era ella, la mujer de la que estaba hablando en el párrafo anterior. Le conté mi historia y me pidió que estuviera tranquilo, me dijo que me amaba y que este año sería mejor para los dos – no lo fue – luego le pasó el teléfono a mi suegra y le dije que la amaba y ella me dijo lo mismo. Nos llevábamos muy bien, me tomaba como a un hijo y yo a ella como una madre. Terminé de hablar con mi novia y le pedí que la pasara bien en esta noche donde todo es jolgorio y descontrol, ella no me dijo nada y se despidió con un simple chao. Ella era fría hablando por celular pero caliente haciendo el amor. Eso es lo que realmente vale. Crucé Balmaceda y me inserté en los profundos pasajes de una villa que no conocía pero que se veía repleta de familias contentas. Ahí estaban todos, observando los fuegos artificiales desde una quebrada en donde podías observar la costanera que unía a Coquimbo y La Serena, adornada por la playa y el mar que ahora estaba iluminado por un centenar de luces que a la gente hacía vibrar. A toda la gente menos a mí. Yo estaba llorando. Tenía pena y no sabía por qué. Quizá tanta felicidad reunida me provocaba lo contrario. Quizá ver tantos abrazos me hacía sentir envidia. No lo sé, no valía la pena seguir aguantado todo ese ambiente familiar de mierda que se provoca en año nuevo. Salí corriendo con las lágrimas volando mientras un montón de familias me veían con tristeza. A lo mejor yo también lloraba de tristeza, pero no por mí, sino por ellos, no hay nada más falso que un abrazo de buenas vibras a las 00:00 de la noche en un día 31 de Diciembre. EUFORIA, RELACIONES PLÁSTICAS.

 Rompí el plástico del six pack y saqué una lata de Becker, me la eché a la boca y me pegué el primer trago de toda la suma que bebí durante toda esa noche. Ese fue el día en el que me di cuenta de que la soledad es la mejor compañera que puedo tener, el tenerse a uno mismo es más valioso que cualquier otra cosa, el quererse a uno mismo es mejor que querer al otro. ¿Para qué compartir, para qué ser dos si se puede ser uno? Desde ese día me di cuenta de que era el mayor egocéntrico que pisaba el planeta tierra. Aquel día me di cuenta que era el mayor egoísta de todos. Aquel día decidí cambiar eso y aquel día me percaté de que no podía. Hasta el día de hoy sigo siendo el mismo que era el año pasado, un año más viejo de edad, pero no más viejo de actitud. Mientras más crezco, más pequeño me siento por dentro. Soy un hombre entre comillas y un CABRO CHICO con mayúsculas.

martes, 7 de agosto de 2012

Asqueroso (Escrito por Santiago Slim, Maximiliano Díaz y Martín Pistolas)

El camino huele asqueroso, 
yo huelo asqueroso, 
las mujeres que me he follado huelen asqueroso, 
las mujeres que no me he follado, 
también huelen asqueroso, 
los bitnicks huelen asqueroso, 
los budistas huelen asqueroso, 
el cosmos nos quiere fuera, 
el cosmos huele asqueroso.
 Asquerosamente me baño en espuma, 
la espuma es gris, 
aceitosa 
y ...ñami. 

Las personas buscan oler asqueroso, 
entre basurales, 
entre callejones, 
entre anillos de bodas. 
Envuelto en pieles de mujeres que huelen asquerosas, 
sus sábanas de lija 
y sus trastes sucios 
que también huelen asqueroso. 
De pie asqueado en la cima del mundo, 
asqueroso. 
Dentro del mundo, pero fuera de mí. 
Aún así, 
creo que nací congestionado.

sábado, 4 de agosto de 2012

El momento en particular

 Cuando es el momento donde tienes que tomar una decisión, te dicen que vayas al negocio más cercano y hables con una de las personas que atienden para que te digan donde tienes que ir precisamente. Uno obedece, va hacia al lugar y pregunta donde es. Te dicen la dirección y te diriges al lugar que ya te dijeron, todo va bien, es una decisión importante, medité muchísimo sobre lo que de verdad quiero. Llego donde la compradora más importante del pueblo y le paso lo que ella desea, me hace pasar por una puertecilla y me dice que espere tranquilo. Ahí es donde uno de nuevo obedece y se sienta donde te dicen, y obviamente, estás tranquilo. De un momento a otro llega un hombre ya mayor y se te acerca y te dice al oído que aquí no es el lugar correcto. Entonces es ahí donde uno pesca sus cosas y se dirige de nuevo donde la compradora. Aquí la compradora te dice: Hey Carlitos, me había equivocado de lugar, es por la otra puertecilla. Este es el momento donde vuelves a obedecer y te vas hacia la otra puertecilla. En aquel lugar te hacen sentarte en una silla estúpida llena de resortes estúpidos. Ahí es donde tienes que pararte y mirar por la venta hasta que venga alguien y te diga algo. La decisión es importante, no arruinarlo, sino lograrlo. Llega un joven idiota y me da el lugar donde tengo que ir ahora, me indica unas calles largas y me invita a salir. Aquí es donde tienes que obedecer, como todo en la vida y dirigirte al último lugar, y por así decirlo, el lugar final. La decisión es importante, no debo olvidar lo que decidí ni menos contradecirme. Cuando llegas al lugar te hacen sentarte de nuevo en una silla horrible, pero por lo menos está tenía acolchado. Ahí es donde te hacen esperar como idiota hasta que llega, como en todos los lugares, una joven linda y con buenas tetas, entonces como uno es hombre, ahí es donde se te para la pichula y arruinas todo lo que antes habías decidido.

Estreñimiento

Puedes estar escondido tras millones de personas que lo único que hacen es sentirse atraídas por las relaciones humanas. 
Puedes también sentarte en el medio de un centro comercial y de ahí observar como todos compran sus basuritas y se sienten tan bien porque el mundo les da personas para conocer cada día. 
Puedes comprender la filosofía del hombre moderno y emplearla en tu día a día, 
convertirte en un idiota 
y saltar edificios como si las palabras dejarán de fluir de un día para otro. 
Puedes hacer todo lo que te de la gana, 
pero yo prefiero quedarme sentado en la orilla de mi cama, 
observándome el ombligo, mientras pienso que diablos está haciendo el mundo para sentirse tan acompañado con sus problemas cotidianos. 
De seguro no entendería nada, 
me sentiría mal 
y volvería a acostarme bajo mis sábanas. 
Pero ahí es donde está la diferencia de todo. 
Estaré en mis propias sábanas, 
con mi propio cuerpo 
y con mis propios dientes, 
mordiendo el polvo cada día, 
pero sintiendo por dentro 
que soy el tipo más especial de todos.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Mandarinas

Manejé hasta donde muere la calle y ahí fue donde te encontré a ti pegándote un pinchazo a la vena, 
estabas feliz, 
con la boca anestesiada y los ojos incoloros. 
Yo me reí, 
me bajé de la camioneta, 
te tomé del brazo 
y luego te tiré en la parte de atrás. 
Le puse chala. 
Cuando llegamos a mi casa te despedacé, 
te corté en rebanadas 
y dejé secando tu cabeza arriba de una estantería. 
Estaba todo listo, 
la mesa estaba puesta 
y yo esperaba ansioso agarrarte con mi tenedor. 
Que festín ibas a ser tú. 
Pero claro, 
no todo es tan simple. 
Los pacos están en todos lados e incluso en mi hogar. 
Un disparo me neutralizó 
y me tiró de hocico al piso. 
Cagué, 
cadena perpetua sumada a un destino de feliz fracaso. 
En la cárcel me violaron hasta por los ojos 
y todo por un puto pinchazo, 
todo por un puto festín que nunca pude disfrutar.

Expectativas

Negación y ruptura de lo formal. 
Poesía muerta más que cualquier otra cosa. 
Calle, 
calle 
y más calle. 
Nada color rosa, 
todo de tinte oscuro. 
Oscuro y desesperado por vomitar rebeldía. 
Vulvas, 
falos, 
tetas 
y culos, 
necesidad de la gente actual. 

¿Gritos desde la protesta vecina? 
Fluye como el humo verde del porro que comparten los malos y los buenos. 
Las autoridades defecan en sus caras 
y nadie tiene algo que decir. 
Paso en reversa 
y paso hacia al lado. 
El baile de los que sobran 
sonaba con bulla en la radio vieja que tenía mi abuela.

Ojeras

Tus ojeras flotan por el agua 
como manchas gruesas de odio, 
y yo, 
y yo las veo pasar de noche. 
De noche, 
asimismo. 
Porque claro, 
brillan como si la mínima tormenta 
viniera a esparcirnos por la cara pintura fresca y mal mezclada. 
Realmente, 
somos pocos los que te entendemos, 
somos pocos los que te tenemos, 
pero más aún, 
somos pocos los que te deseamos, 
ya que desde principio a fin, 
estás ignorando la pureza que te entregan los malos tratos. 

Nada de ideas flojas, 
nada de sonrisas vacías. 
No hay maneras de pillarte a medio vestir. 
Eres un escudo anti somníferos 
y yo soy el burro tonto que constantemente está tratando de drogarte. 
No me pasan muchas cosas contigo la verdad, 
me pasan demasiadas cosas contigo. 
Por eso es que soy un poco estúpido. 
Babeó, 
flojeó 
y me tiro las hueas mientras veo a la gente pasar por mi lado, 
riendo 
o llorando, 
qué más da. 
Nada de eso importa realmente.