sábado, 7 de agosto de 2010

Tres

El señor del piso diez
que tenía tres mil pesos en el bolsillo
se cayó brutalmente por la escalera central
y la gente acudió a verlo
de inmediato.

 Todos gritaron,
 todos lloraron. 
“Míster Diente de oro” se robo la película.
 Mis palabras al final 
no sirvieron para nada,
 le dije un millón de veces
 que ocupara el humilde bastón de doña Clotilde,
 la sorda del piso uno,
pero claro,
 como lo hacía siempre,
 no me obedeció en lo absoluto 
y ahí quedó el pobre,
 con un mar en la cabeza,
 donde los niños nadaban en las tardes
 y las mujeres se mojaban el pelo al pasar,
 los perros bebían de él
 y los gatos se alejaban asustados.
 “Míster Diente de oro”
 se perdió la mitad de su vida aquel día,
 se perdió lo mejor,
 se perdió un mar de diversiones,
 nadando aquí en su cabeza despeinada,
 donde las personas se rieron
 y orinaron a deshoras.

Te lo perdiste imbécil,
 sólo por no ocupar un puto bastón
 que estaba hecho de tus propios recuerdos,
 cuando eran las tres de la tarde
 y tenías tres mil pesos en los bolsillos.

Dérrepent


Quiero comprar palabras para que mi mente crezca,
quiero volar escuchando el pequeño ruidito de tus oídos,
¿de tus oídos?, 
si, de tus oídos, 
oídos risueños y salvajes, 
con hambre de guerra y hongos de colores, 
hongos de colores llenos de luces fluorescentes, 
volando por el aire, 
un aire medio triste y aburrido, 
aburrido y somnoliento de tu ser, 
tu ser medio burlesco y agradecido de vivir, 
de vivir y morir, 
de soñar y pensar,
pensar y mostrar, 
mostrar y cambiar con la mente en otro mundo, 
en tu mundo de papel lleno de salidas y entradas, 
entradas y salidas. 

 Cada persona piensa en que quiere comer hoy, 
que quiere bailar hoy, 
con quien quiere compartir su vida hoy, 
hoy ayer y mañana, 
mañana sale el sol después de las 8, 
la hora en que lloran las almas perdidas por el cielo, 
el cielo y nada más,
nada más nada más,
tu piel nada más, 
me basta, 
me sana 
y me cura. 
Me encanta tu piel, 
llena de un olor suave y medio cariñoso, 
sin ti mi amor me quedo en la luna, 
bajo de repente y subo con alegría, 
alegría borrosa y morbosa, 
cargado de imágenes virtuales
 y sueños alocados,
 los escuchan mis oídos,
 si, mis oídos,
 mis hongos de colores,
 el aire,
 mi cara, aburrida de tu ser medio estrangulado.

Todo se vuelve perceptible, 
todo se cae de repente 
y yo estoy volando en un cielo,
es el cielo más grande que he visto, 
donde caigo y vuelvo a caer,
 donde amo y vuelvo a amar
, donde enloquezco y vuelvo a enloquecer.