Abandonarte
a las tres y media
fue
como una bendición para los malos ratos.
Entre
masturbación y ojeadas a libros beatniks.
Tazones
de leche fresca
cae
espesa y caliente por tus tetas.
“Sois
la virgen más puta del silencio”,
cosmopolita
prostituta.
Gritas
odio y más odio.
Portadora
del mal solitario.
Amo
tus miradas y tus cuchicheos,
tus
lágrimas y tus besos que no sabes dar.
Sujétame
hasta que vomite
y
sabrás por fin que hay dentro de mí.
Porque
hasta el día de hoy sigo siendo el mismo mentiroso que era hace unos años.
Buscando
con desesperación
la
satisfacción más plena,
un
pinchazo a la vena de orgasmos malogrados.
Tratando
de sacar con furia la máscara que llevo encima.
Desechen
en mí sus pecados más dulces.
Voy
a explotar el día de mañana si es que no me contengo.
ATAQUEN,
DISPAREN.
Ya
soy hombre muerto.
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