Manejé hasta donde muere la calle y ahí fue donde te encontré a ti pegándote un pinchazo a la vena,
estabas feliz,
con la boca anestesiada y los ojos incoloros.
Yo me reí,
me bajé de la camioneta,
te tomé del brazo
y luego te tiré en la parte de atrás.
Le puse chala.
Cuando llegamos a mi casa te despedacé,
te corté en rebanadas
y dejé secando tu cabeza arriba de una estantería.
Estaba todo listo,
la mesa estaba puesta
y yo esperaba ansioso agarrarte con mi tenedor.
Que festín ibas a ser tú.
Pero claro,
no todo es tan simple.
Los pacos están en todos lados e incluso en mi hogar.
Un disparo me neutralizó
y me tiró de hocico al piso.
Cagué,
cadena perpetua sumada a un destino de feliz fracaso.
En la cárcel me violaron hasta por los ojos
y todo por un puto pinchazo,
todo por un puto festín que nunca pude disfrutar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario