miércoles, 1 de agosto de 2012

Mandarinas

Manejé hasta donde muere la calle y ahí fue donde te encontré a ti pegándote un pinchazo a la vena, 
estabas feliz, 
con la boca anestesiada y los ojos incoloros. 
Yo me reí, 
me bajé de la camioneta, 
te tomé del brazo 
y luego te tiré en la parte de atrás. 
Le puse chala. 
Cuando llegamos a mi casa te despedacé, 
te corté en rebanadas 
y dejé secando tu cabeza arriba de una estantería. 
Estaba todo listo, 
la mesa estaba puesta 
y yo esperaba ansioso agarrarte con mi tenedor. 
Que festín ibas a ser tú. 
Pero claro, 
no todo es tan simple. 
Los pacos están en todos lados e incluso en mi hogar. 
Un disparo me neutralizó 
y me tiró de hocico al piso. 
Cagué, 
cadena perpetua sumada a un destino de feliz fracaso. 
En la cárcel me violaron hasta por los ojos 
y todo por un puto pinchazo, 
todo por un puto festín que nunca pude disfrutar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario