lunes, 22 de octubre de 2012

Chorrillana multipersonal / Parte 1

Parte 1 

 Estamos en un lío, no sé por qué, pero estamos en uno. Acabo de escapar de la PDI y ahora estoy sentado en el piso de afuera de la casa de Max, asustado como la mierda y con las manos tan nerviosas, que hasta escribir se me hace complicado. La cosa más clara que tengo fue el grito de la Florencia, algo como así: ¡Vayámonos, corramos! Y yo que corrí y me escapé lo más lejos del lugar, hasta que llegué a una esquina en donde sentía que todos me observaban y las diferentes luces que habían se transformaban directamente en la luz normal de los policías, haciéndome pensar que me seguían y que lo más correcto era estar donde estoy ahora. Mi celular suena y es el número de Diego el que me llama, contesto y la Florencia me habla, me dice:

- Carlitos, amigo, ¿adónde estay?
- Dónde el Max - le respondo.
- Vente pa' acá po, si nosotros ya llegamos al bar.
- Pero como, si nos están siguiendo, cómo querís que llegue para allá ahora...
- Pucha, vente po... o mejor te voy a buscar yo... ya, espérame en la salida del metro Baquedano.
- Okey, voy para allá.

 Me levanto y salgo como si nada del edificio donde vive Max, llego a una esquina y un tipo grande y feo me sigue el paso, transpiro como loco y paro de repente afuera de un quiosco que estaba al camino a comprarme unas Amberries, sólo para comprobar si este tipo me sigue a mí o sólo es un rollo. El tipo para en el quiosco. Lo miro y él no me mira a mí. Sigo transpirando. "Este debe ser de los que estaban en la plaza donde nos hicieron la encerrona", me digo a mi mismo. Compro las Amberries, me echó para atrás y me voy rápido del lugar. Al llegar a la esquina, miré para atrás por si me había seguido y no estaba, había desaparecido, de repente vuelvo la mirada hacia adelante y ahí estaba él, a un segundo de ahorcarme, con la cara furiosa y los dientes en llamas. "Te pillé hijo de puta", me dijo. Y yo que les digo a ustedes que eso último fue mentira. Qué nunca fue así. Qué llegué a la esquina donde se ubica el metro Baquedano y que simplemente no vi a nadie. Me cagaron, no quiero esperar acá, demás que me pillan. Y todo por culpa de un insignificante pito. Ni eso, la mitad de uno. Todo sucedió de esta forma ya que cuando salimos del edificio de Max, tras haber tenido una tarde llena de marihuana, conversaciones freaks, cola de mono y fideos con salsa. La Florencia con su amiga, la Caro, se sacaron el último pito que les quedaba. Como yo y ellas dos, éramos los únicos que fumábamos del grupo (en donde también estaba Max, Santiago y su novia Rosario), nos mandamos una cuantas quemás por cada uno y luego la Caro guardó la mitad para que en el bar adonde íbamos, no nos quedáramos sin nada. El momento preciso en donde quedó la crema, ocurrió en una plaza que se ubica casi al lado del barrio Bellavista, en donde en la oscuridad es poco probable que te vean un pito en la mano, pero ellos lo lograron, lo divisaron de lejos y apenas lo vieron de cerca, lo agarraron y se lo dejaron para ellos, también atraparon a la Caro y la sentaron al lado de unos cuantos más que también andaban en la misma. De hecho uno de ellos le dijo: Ya cagamos, nos pillaron. Pero la Caro fue más astuta, a la primera que el guatón de la PDI se desconcentró, ella salió echa una cuea' por la plaza para abajo. Y pensar que yo le quería ofrecer combos al guatón, pensando que nos estaban asaltando, entonces ahí escuché el "Vayámonos, corramos" de la Florencia y arranqué a perderme, recorriendo un bosque eterno de arboles confusos, en donde al final del camino - según como ahora me cuentan - Santiago tomado de la mano de su novia Rosario, grita fuerte: "Ahí están los pacos", y corre por ellos pensando que los que se habían robado el pito eran ladrones. Y los pacos van hacía donde estaba la PDI y Santiago, Rosario, Max, Florencia y a su vez, Caro, se pierden en recovecos recónditos de la baja suburbia Santiaguina. Llegando de esta forma al bar para poder llamarme con más tranquilidad a mí, tratando de ubicar mi paradero. Y todo esto lo sé porque ya no estoy a las afueras de la estación Baquedano, estoy caminando con los demás al bar  Uno y en sólo cosas de segundos ya me enteré de todo lo que había pasado cuando yo me perdí de puro susto, o de egoísta, o qué sé yo. De la nada, Santiago me ve escribiendo en las notas del celular y me lo quita. Le dice a la Florencia: "Viste Florencia, yo sabía que este hueón iba a empezar a escribir altiro esta historia", y yo que me río y este que me habla de nuevo y me dice: "Cuando termines el cuento, pon que la Florencia te dijo que este cuento era una mierda", y yo le digo que no volveré a repetir el mismo método, y el que mira a su novia y hablan de sus cosas de novios, y yo que miro hacia atrás y todavía pienso que las luces que parpadean son las que me siguen a mí. Sin pensar que hay miles de almas más en esta ciudad que corren calles abajo para no ser descubiertos con sus infamias, que hay miles de hombres y mujeres que al llegar a un lugar seguro no escriben una historia como lo estoy haciendo yo. Que ellos no pierden el tiempo escribiendo, ellos no pierden el tiempo...

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