lunes, 9 de abril de 2012

Una Poética


 Marcaban casi las 12 del mediodía, el aire corría rápido y el bus avanzaba veloz por la ruta 5 norte. El destino, Santiago de Chile. A su lado, una mujer de unos 23 años, morena y con rastros de acné en toda su cara.
Risa tras risa - por la película que iba viendo - los ojos de Rodrigo se iban abalanzando hacia esas dos putas gordas que la mujer tenía en su pecho, dos tetasas, gigantes, enormes, pronunciadas hasta el infinito, ni siquiera miraba el paisaje, sino que miraba esas dos colinas que tenía a su lado. "Que enormes", se dijo a si mismo, justo en el instante en que la mujer lo miró fijamente a los ojos y bastaron solo 3 segundos para que los volviera a cerrar.
Rodrigo se acurrucó en dirección en donde estaba la mujer solamente para poderle ver esos melones calameños que tanto le habían gustado. Los quería ver por dentro de la blusa, ese era su máximo objetivo, en realidad, las tetas eran su máximo objetivo, hasta su objetivo de vida, así de brígido. Le encantaban las tetas, eran su mayor atracción, basaba su vida en las tetas, los pezones y las blusas apretadas. Rodrigo era un psicópata total, lo mejor de todo, es que le encantaba serlo.
Hasta el viento se detuvo cuando la mujer se estiró sobre su asiento, especialmente, cuando esos enormes pezones morenos que Rodrigo tanto esperaba, salieron a la luz. Pero... algo extraño sucedió, Rodrigo se cayó de culo al suelo, estaba estupefacto, acongojado y helado de los pies a la cabeza, la mujer tenía 3 pezones en el pecho, dos en cada teta y una en el medio. Tomó su bolso y arrancó lo más lejos del bus, estaba en el medio de la nada, asustado y traumado de por vida.


 Que gracioso era ver correr al estúpido de Rodrigo por el medio de la nada, por eso lo detuve, abrimos un whisky que el traía y nos tomamos unos sorbetones hasta que las gargantas ardieran en fuego.
Era harto tonto el Rodrigo, tanto así, que no le costo nada prestar el chico. Como aprendí en la cárcel, los culos de los hombres, eran mucho más ricos que el de las mujeres, tenían más gracia y olían como las mismísimas bolas del rey de Dinamarca.
Así que ahí quedó, me lo violé detrás de unas rocas, apoyado en unos cactus y clavado hasta el pico; puta que la pasé mal, más encima, le chanté por la raja su botella de Whisky barato, ¿acaso creía que yo era una puta cualquiera para andar tomando cagás?, ¿acaso creía que yo era un estúpida?, que se vaya a la mierda, soy fleto, pero no huevón, ni mucho menos, rasca.
Tomé mis cosas totalmente frustrado y me fui caminando hasta Los Vilos, el aire estaba seco y las flores olían a un grave ardor de caca con saliva, que basura era sentirse solo en el desierto, jamás pensé que la vida fuera tan melancólica en el momento en que estás viviendo, yo era un producto de la mala fama y de las rabietas estranguladamente frías. Puta que es penca caminar solo en la nada, peor aún, cuando tienes una yaga en el pene que te hace sangrar y caer de espaldas sobre el asfalto.

1 comentario:

  1. la sexualidad puede tomar caminos tan raros, por eso me encanta culear.

    me gustó lo que escribiste pistolas :D

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