viernes, 13 de abril de 2012

En la cumbre de la melancolía

 Hoy estaba en la pega y tuve solo una hora de trabajo. Se puso a llover y nos mandaron a todos para la casa. Esperaba que me dijeras algo súper bonito cuando me llamaste, pero lamentablemente era de ese tipo de cosas que uno espera mucho, pero no por eso tienen que pasar. Todos se fueron de mi lado después de la pega, todos pa' sus casas. Me quedé solo. Primera vez en la vida que me sentía tan solo. Caminé hasta el quiosco me compré un pucho y un encendedor, no sé porqué, ni yo lo entiendo, me lo fumé y caminé hasta el metro La Moneda, se puso a llover más fuerte todavía y me llené de pena. Llegué a la casa en menos de una hora, me acosté y he visto películas toda la tarde. Santiago está lleno de un montón de personas, pero ninguna de ellas me hace sentir tan bien como lo haces tú. Yo me sentía un idiota, Rodrigo el idiota, Rodriguito el llorón. Como siempre, a todos veía felices y satisfechos, pero claro, el Rodri tenía que andar bajoneao'. Intenté dormir y no pude, quizá había sido porque había tomado mucho café en la pega. Había agarrado esa maña tan cliché de tomar café como todos los oficinistas, me estaba convirtiendo en un robot más, y lo peor de todo, es que tenía todo mi cuerpo metalizado para ello.
 Me siento un ermitaño total, un solitario y en especial un cobarde. Muchas veces quiero tomar decisiones que quizá acabarían con todo, pero jamás logro concretar. Lejos, soy el peor jugador del partido, siempre lo he sido. Soy el jugador que siempre trató de meterla desde la mitad de cancha, pero por uno u otro motivo, tenía que llegar hasta el área y ahí recién cachar si le achuntaba a la portería.

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